Esta historia ocurrió en la selva de Tarapoto, en donde el misterio, la pobreza y la desesperanza siempre tienen algo que tramar.
Hace mucho tiempo en las lagunas de este mágico lugar, habitado por extrañas criaturas, se oyó habla sobre un hombre a quien no se le podía ver el rostro y un sinfín de leyendas rondaban la casa del viejo, hasta que un día alguien se atrevió a ver lo que no debía.
De la colección de narraciones de misterio. "Los cuentos de la abuela"
comparto este relato que escuché de un amigo de la infancia...
TARAPOTO –PERÚ
1. OTRA VEZ ESAS VOCES
Aparentemente existe un principio y un final para todo, sin embargo, esta realidad es más compleja, lo único real en el universo todo, es el ahora, irrepetible, imborrable, al menos eso creí, hasta que empezaron otra vez, esas voces.
Ya no aguantaba más y tenía que saberlo ¿por qué amanecía llorando?, ¿Qué era eso, tan importante, que solo en sueños le era revelado?, ahí, al amanecer, cuando nadie escucha, donde no hay testigos y lo que es peor, cuando no se puede recordar con exactitud dichas revelaciones.
Así eran las madrugadas de aquel pobre hombre, dedicado fielmente a sus cosechas, sobre todo al café, toda su cabaña estaba rodeada por esta planta, algo simpática ya que es común encontrar alguna víbora colgada entre las ramas, razón por la cual casi nadie lo visitaba, alguno que otro curioso que pasaba cerca a sus cosechas prefería tomar el camino más largo, con la finalidad de evitar toparse con estas criaturas estigmatizadas desde tiempos remotos.
A las cuatro y media de la madrugada, empezaba el día para nuestro amigo, su despertador unas aves algo extrañas que en estas zonas se les llama “los tres” su canto es idéntico a esta frase mencionada. Para los turistas, un canto desapercibido, pero para los habitantes de este pueblo de la selva peruana, era aterrador, porque cuando este pajarillo se posa muy cerca de las casas y llora, se oye tan cerca, como si alguien estuviera a tu costado, pues simboliza la desgracia y la muerte.
Ya de pie cogía su machete, que siempre estaba al costado de su cama, era un viejo colchón cosido malamente, sin tablones, recostado al suelo, Se colocaba las únicas botas y la vieja capucha verde que cubría su rostro completamente, alistaba su linterna, su bolsa de hoja de coca y sus cigarrillos para espantar a los espíritus, que por cierto, como toda la gente dice, le temen más a él, que a ellos. Preparaba una taza de café amargo, como el recuerdo de aquel entonces en el que tuvo que tomar esa maldita decisión, si obedecer o negarse a esas voces que lo tenía trastornado, al borde de la locura o tal vez no fue así.
Porque ahora todos lo juzgan, si por un instante pudiesen soportar el peso de sus cruces, la presión de sus zapatos, quizá también habrían hecho lo mismo, cómo saberlo, es el hombre maldito, los niños huyen de él despavoridos y al mismo tiempo curiosos, ya que nadie le ha podido ver el rostro desde hace veinte años atrás, la comunidad entera ha creado una imagen terrorífica de este hombre, ese típico miedo que le decimos a los niños cuando no quieren comer: ”Come o te lleva el viejo”, “si no te portas bien te va a llevar el loco”, y frases así estigmatizaban a ese individuo.
En muy raras ocasiones bajaba al pueblo, cubierto con una capucha y armado hasta los dientes para llevar suministros a su cabaña, se ha acostumbrado a la soledad y la compañía de alguna piedra que le arrojan desde lejos, la gente no se le acerca desde aquel agosto donde todo comenzó.
Vivía con su pequeña hija, apartado del pueblo, su esposa lo había abandonado por irse a la capital en busca de un mejor futuro para la familia, la distancia y la soledad combinación alcahueta, hicieron su papel en esta historia, ella se enamoró y jamás regresó, con el tiempo padre e hija se acostumbraron a la idea de no volver a verla, ya con sus casi cuarenta años encima y ella con tan solo seis, afianzaban su amor, fue ahí donde todo cambio, las noches tristes, los días solitarios, dedicado completamente a sus tierras, a su café y la crianza de su dulce niña.
La pequeña estudiaba en el pueblo, triste, mantenía la esperanza de volver a ver a su madre, y se acongojaba más y más a la hora de salida, cuando sus compañeras esperaban a sus madres para retornar a casa, a ella la recogía su padre, pero solo hasta segundo de primaria, después a ella le tocaría volver sola.
Un día la pequeña niña de regreso a casa se desvió por una zona apartada del pueblo y se percató que había una laguna muy cerca a su casa ,cerca al cafetal de su padre, su curiosidad era tan grande que se armó de valor y con una rama se hizo camino hasta encontrar una ruta que le daba paso a una laguna, tras varios intentos y rasguños pudo entrar, quedó maravillada por la magia de la naturaleza, aguas verdes un poco oscuras, pero calmadas, rodeadas de café y plantas espinosas, zarzamoras que alimentaban sus ganas de vivir y la seguridad de que nadie la molestaría porque nadie vivía por allí y el camino estaba muy apartado,
Así pasaron los años, ella y su secreto, su parque de diversiones propio, pero tenía que contárselo a alguien, ya en la hora de recreo no pudo resistir y como sus compañeras presumían las loncheras que sus madres les habían preparado, es así que decidió mentir y les dijo:
- Yo tengo una laguna, mi madre me la heredó antes de irse
-una lagunaaaa, dijo sorprendida una de sus compañeras más cercanas a ella, por no decir la única.
Las demás niñas se echaron a reír y a burlarse de ella, pero no se rindió estaba deicida a probarlo, acordaron el día y todo lo que era necesario para un inolvidable día de diversión, así pues, llegada la hora, cuatro niñas de sexto de primaria caminaban rumbo a la laguna secreta, cuando llegaron no había forma de entrar ni se veía nada, pero ella tenía el secreto heredado por su madre, adelante iba cual guía primeriza presumiendo su propia laguna.
La magia inundó el lugar y las cuatro niñas empezaron el alboroto, el juego, el chapuzón, las bromas y por primera vez en toda su vida ella era el centro de atención, estaba tan feliz, sin imaginar que lo que estaba por suceder.
Cierta noche el hombre tuvo un sueño extraño, estaba en su chacra de café y una serpiente cayó de entre las ramas, asustado cogió su machete y le cortó parte de la cabeza para evitar una mordedura, rápidamente la cogió de la cabeza mientras la serpiente se enrollaba lentamente en su brazo, su piel fría, lisa, algo espinosa cuando jalaba en contra, le impedían zafarse de esa fuerza desproporcionada con que a medida que el tiempo pasaba parecía ir perdiendo la pelea, completamente enrollado el brazo izquierdo y la pierna, la serpiente se deslizo por entre el café, mientras el hombre perdía el equilibrio, cayó sobre un charco, para su fortuna pudo liberarse de la presión de su brazo y pudo cortar la cabeza de la criatura, la cogió y de prisa fue hasta su cabaña en busca de un saco viejo, la metió dentro junto a los restos que logro cortar, completamente aterrorizado aun tembloroso se detuvo por un segundos, algo no andaba bien y de pronto escuchó una voz maldita que le gritaba, tan cerca no podía creerlo, era imposible, pero cierto, la voz provenía del saco que tenía entre sus manos y gritaba con más fuerza más y más, en plena madrugada, no se callaba ,la golpeó contra los árboles, cogió un roca que estaba muy cerca y la arrojó contra el viejo saco, mientras se sacudía como un animal salvaje, mientras seguía vociferando:
¡maldito!¡qué me has hecho! ¡maldito!
“MALEDICTUS ERIS PROCUL AB AGRO, QUI APERUIT OS SUUM ET SUSCEPIT SANGUINEM FILIA TUI DE MANU TUA”
“MALDITO SEAS, LEJOS DE ESTE SUELO QUE ABRIÓ SU BOCA PARA RECIBIR DE TU MANO LA SANGRE DE TU HIJA”
Se quedó perplejo e inmóvil por un minuto sin poder reaccionar, mientras la criatura empezaba romper el saco desgastado por los constantes golpes contra el suelo, lentamente empezaba a destorcerse del estado hipnótico de la serpiente, un poco recuperado del asombroso suceso decidió no escuchar las maldiciones de la criatura, la llevo rápidamente al lago que estaba cerca a su casa y la arrojo atada a una piedra pesada, la cual la arrastro al fondo de la laguna.
Instantes después de lo sucedido el hombre se despertó de la pesadilla que había tenido, sin recordar con exactitud lo que le había sido revelado, aunque solo recordaba algunos pasajes de su pesadilla no podía entender la lengua extraña que había escuchado mientras dormía, así empezaron las noches sin poder dormir con normalidad y volver a su rutina de siempre, las constantes fiebres y vómitos eran el café de cada noche.
La jovencita bordeaba ya los catorce años, y como todas las jovencitas de la escuela iba creando en su mente la gran fiesta por sus quince años, seguramente será en el lago pensaba, estarían sus amigas de siempre y sobretodo invitaría a David el chico que siempre estaba en el parque del pueblo con sus amigos siempre con una risa para ella y para cuanta chica pasaba por allí.
Su padre haría el camino y quitaría las hierbas que impedían el paso para sus invitados, sus vecinas más cercanas prepararían la comida y todo cuanto pudo lo imaginó, aunque sabía que era imposible, nunca dejó de ir a su laguna ,un día mientras se daban un chapuzón ,una de las jovencitas sintió algo extraño entre los dedos de los pies, como una espina que le rozaba, en seguida avisó a las demás y salieron despavoridas del lago, mientras la soñadora disfrutaba de esa sensación de calor en su piel, algo muy hermoso pasaba al entrar a sus aguas, como si los brazos fuertes de David la protegieran de la soledad de las burlas de sus amigas, del murmuro de la gente, que empezaba a verla de forma extraña, que importaba eso mientras las dulces aguas germinaban en ella una mezcla de placer y consuelo a su vida miserable y desdichada, destinada a la soledad, los brazos fuertes que le daban calor, así mientras sus amigas se alejaban poco a poco de ella, cada vez frecuentaban menos el lago, por el contrario la muchacha parecía aferrarse más y más a las aguas que se volvían tibias cuando ella ingresaba.
Una tarde, de las últimas, por cierto, la muchacha volvió ingresar a la dulce laguna, junto a ella solo la mejor amiga que tuvo por toda la infancia, se bañaban juntas, ambas con polo y trusa porque, aunque nadie vivía cerca nunca faltaba algún curioso que raras veces subía por ese camino hacia las profundidades de la selva,
Ya caía el atardecer y la mejor amiga decidió marcharse, mientras se alistaba la muchacha no quería salir del lago y le pidió que se adelantara que se quedaría unos minutos más el agua está más tibia que de costumbre.
Sin pensarlo dos veces la mejor amiga se marchó, al percatarse que estaba sola sintió un poco de temor porque era la primera vez que se quedaba hasta caída la tarde, pero algo cambio en las aguas, el calor parecía aumentar rápidamente y sus piernas se relajaban más y más su espalda parecía ser envuelta por un calor placentero y así con cada parte de su cuerpo, en seguida decidió quitarse el polo que le resultaba muy incómodo, sus rostro completamente ruborizado, decidió quitarse toda prenda que le impedía sentir y disfrutar de esa calentura adictiva, todo esto mientras se retorcida entre las aguas de forma extraña como si fuera envuelta por algo invisible, todo esto ante los ojos de la amiga quien había regresado por la chompa que olvidó.
Completamente aterrorizada por tal espectáculo. se fue corriendo a contárselo a sus amigas quienes no dieron fe de las palabras de la jovencita, así decidieron comprobar si era cierto.
Al día siguiente fueron a escondidas al lago para ver si era verdad lo que les habían contado, cuando una de ellas levantó la cabeza para ver lo que pasaba, resbaló y cayó malamente sobre ellas, lo que alertó rápidamente a la muchacha que completamente desnuda se cubrió con lo que pudo y gritó para ver si alguien andaba por allí, aunque no encontró respuesta a su llamado prefirió retirarse del lugar.
Una de las muchachas comentó lo que estaba pasando a sus padres, quienes lejos de creerle la regañaron cruelmente por exponerse así a los peligros y misterios de la zona,
Así pasó con cada una, con el pasar de los días se había convertido en un rumor que se contaba por los mercados, la muchacha que se baña desnuda en el lago de aguas sucias, cerca del café, donde seguramente hay serpientes.
El padre de una de ellas curioso por lo que le había comentado su hija decidió ir por esta parte ,a comprobar si era cierto que una jovencita de unos quince años se bañaba en ese lago, las intenciones están demás decirlas, cuando llegó al lago, se le dificultó seguir avanzando, espinas, hierbas, se le anteponían a propósito, pero luego de cortar una que otra rama pudo hacerse espacio para visualizar lo que tanto quería, efectivamente un jovencita muy hermosa se bañaba completamente desnuda y se retorcía de una manera extraña y lo que llamó su atención no fue precisamente lo que días atrás incluso había planeado, sino la parte verde oscura que se deslizaba por entre sus piernas y torso, una gran serpiente que la enrollaba y la presionaba hasta enrojecer el rostro de la joven, ya no sabía si ir ayudarla o quedarse quieto a espera que pasaba, transcurrieron los minutos de tan aterrador cuadro, cuando de pronto la cabeza de la serpiente emergió del agua, verde oscura, gruesa con la mirada que encarnaba el mal, pues lo quedó mirando fijamente, tenía un corte profundo en la cabeza.
El hombre salió corriendo despavorido y durante toda la noche no pudo dormir, las pesadillas no lo dejaban perdió el apetito, sus esposa desconcertada por el cambio repentino le preguntó lo que le pasaba pero el no supo que responder, al mediodía decidió ir a la casa del padre de la joven y le contó lo que había visto, el padre de la muchacha se quedó inmóvil como petrificado sin poder emitir palabra alguna porque no era la primera vez que escuchaba lo mismo sino porque era la séptima vez que un vecino se lo decía, el mismo día, lo que lo preocupaba demasiado es que todos hablaban de una serpiente, pero esta vez fue distinto, porque la serpiente tenía rota la cabeza, al igual que la que en sueños lo maldijo, aunque no conocía el latín, tenía la certeza que era una lengua antigua, la cual no supo descifrar.
Fue en busca de su pequeña, la niña que había descuidado por la tristeza y la miseria que le tocó vivir, la interrogó, le lloró, suplicó de mil formas, pero no pudo sacarle la verdad, frustrado e impotente por lo que le pasaba a su hija, la golpeó con la esperanza que eso evite ir al maldito lago, y aunque no lo consiguió, la hija parecía aferrarse soportando las palizas de amorataban su espalda, el viejo hombre cansado de la situación, decidió dormirse, “como si pudiese hacerlo,” más de nueve años intentándolo, cómo esperaba hacerlo ahora, él simplemente no podía dormir por esas voces en sus pesadillas, esta vez intentaría recordar para así salvar a su hija.
Ya de madrugada cerró los ojos y se concentró en dormir, inmediatamente estaba en sus tierras de café, frente al lago, se dirigió hasta el lugar donde algunos habían visto a su hija, y el agua empezó a borbotear, no pudo ver nada por la oscuridad, pero sí pudo oír claramente, una voz que decía:
-Solo tú puedes salvarla, si eso es lo que quieres.
-Qué debo hacer. Preguntó el desdichado
-Ella esconde algo
Instantes después volvió despertar, su hija se retorcía de dolor a su costado y su vientre algo abultado parecía moverse, la madrugada más larga de todas, el remordimiento y la culpa lo ahogaban, no sabía qué hacer, pasaban los días, las noches escuchando voces que le decían frases que nunca pudo comprender, aunque había una que no necesita de mucho esfuerzo para comprender:
”OCCIDI ANTEQUAM NASCI”.
La muchacha se retorcía del dolor, había bajado de peso tremendamente, los hueso de la cara sobresalían notoriamente, la columna vertebral dibujada perfectamente, como si su piel se hubiese adherido a sus huesos, solo quería ir al lago, se escapada al lago al menor descuido, en las madrugadas sobretodo, mientras su padre la detenía en la puerta abrazándola fuertemente ella gritaba, con espuma por la boca, pronunciando frases en esa lengua extraña, acompañado por gruñidos, y una mezcla de sonidos de animales, sus ojos blancos completamente, tenía una fuerza descomunal equivalente a tres adultos, luego de la dura pelea para detenerla, ella lanzaba un grito largo que se escuchaba hasta las entradas del pueblo, y caía profundamente dormida balbuceando frases, con una voz gruesa no humana.
Tres semanas después nada era normal por esta parte del pueblo, todos los pobladores temían cruzar por este lago el rumor había llegado a todas partes algún curioso llegaba al pueblo y los niños en la entrada lo rodeaban siempre curiosos, ¿Qué escuchó señor?, ¿Es verdad que en esa parte vive eso? Y cosas así por el estilo, el pobre hombre cansado de las burlas no salía de su casa siempre al pie de la cama de su pequeña, quien por su culpa estaba así, la madrugada de un viernes no cualquiera, empezaron otra vez los gritos, pero esta vez no duro mucho, todo quedo en completo silencio, en una de las poquísimas casas cercanas desde la que se podía oír los gritos de la joven, muy lejanamente, se sorprendieron, esta vez duro poco, se repetían.
El hombre que hasta ahora se debatía en dejar viva a la criatura que crecía en el cuerpo de su pequeña o ponerle fin a esas voces que parecían interminables, tomó una decisión definitiva, cuentan que alguna vez lo vieron dirigirse hacia el lago, caminando de la mano de su “pequeña,” como el solía decirle, aunque en esa ocasión, él regreso solo, desde ese día todos lo culpan de la desaparición de su hija, de la sequía del lago, de la tierra infértil y la locura de aquel vecino que vio lo que no debía…
Edi. López
TARAPOTO-PERÚ.
En unos minutos colocaré videos de referencia ...